lunes, 21 de diciembre de 2015

Encarnizados.




-"En la noche pampeana todos los cuises son pardos, Rudecindo".
Tramontina pronunció aquella sentencia mientras se arrastraba sobre una gramilla demasiado poblada de abrojillos y ortigas. Estaban casi a ciegas bajo una luna enturbiada y mezquina.
-"No se priocupe, don Aparicio. Llegaremos sin problemas. ¿No me cree? Mire".

La inventiva de Rudecindo era prodigiosa. El efecto visual no lo era menos. Con paciencia oriental, había domesticado una larga hilera de luciérnagas. El intermitente titilar de los bichos fosforescentes marcaba el camino correcto. El artificio era exageradamente meticuloso. Las luces formaban una enorme punta de flecha que señalaba la tranquera con el cartel de Expo Agro.
Ingresaron con cautela. No era cuestión de que algún sereno pegara el grito de alerta. Abrieron los feed lots y dispersaron a los animales en la noche sin dueño. Extendieron el cable alrededor de los silobolsas, del hangar de los aviones fumigadores, de los stands de la Asociación de Criadores de Hereford y del concesionario de autos alemanes.

-"Todo listo, don Aparicio. Aura dediquelé una dézima a estos tahúres". 

Felizes los ganaderos,
no tienen más retenziones,
gobiernan como patrones,
en soziedá con sojeros,
Estos proteicos fulleros,
juntan dinero en bandeja,
y, cuál gran rey de la queja,
sueña el voraz oligarca,
ser el supremo monarca,
del lomo y de la molleja.

Tramontina estaba nervioso cuando Rudecindo encendió la mecha.

-"No se priocupe, don Aparicio. La ezplozión pasará inalvertida por la cuetería de Fin de Año.

Justicia



Tramontina interrumpió la partida de chinchón. Su compañero no hablaba y miraba distraído las barajas.

-"¿En qué anda pensando, Rudecindo?
-"Ayer, en la pulpería del Pancrazio Rudsky, entre ginebra y ginebra, discutimos con los piones de La Biznaga sobre la justizia crioya. ¡Usté los viera! ¡Qué gente tan crédula y temerosa! ¡Si dan ganas de espabilarlos a rebencazos!"
-"Sofrenesé, mi amigo. ¿Y usté que piensa sobre la cuestión?"
-"Pienso como el Toni Negri. Hay que deconztruir el rol de los juezes".

La respuesta dejó estupefacto a Tramontina, que no pudo  disimular el rencor en la pregunta:

-"¿Y diánde lo conoze al Toni Negri ese?"
-"De la Fiesta Nacional del Ajo, en Médanos. Hace unos años, lo invitaron unos piones de las Estancias Recuperadas y el Comando Jack el Destripador de los silobolsas. Converzamos sobre el Imperio, la filosofía de Spinoza, el poder constituyente y la preparazión del chimichurri. No nos pusimos de acuerdo. Tuvimos diferenzias fundamentales".
-"¿Cuáles?"; preguntó intrigado Tramontina.
-"Prepara el chimichurri con menta".

Un brote de ira o náusea retorció a Tramontina:
-?¡Puaaaj... Azí no hay rivoluzión que aguante!"

-"También dijo que los juezes imparten una justizia de clase..."

Cómo un relámpago en la noche cerrada, la frase inspiró al payador del facón:

Alerto a los compañeros,
los juezes son una casta
ponen la ley en subasta,
a favor de los banqueros,
encubren negros dineros,
de lavadores seriales,
dan, para colmo de males,
a la prensa concentrada,
con servidumbre pagada,
cautelares especiales.

-"El poder constituyente brota del filo facón"; recordó Rudecindo, quien, a veces, interpretaba con demasiada libertad las máximas del movimiento revolucionario.

APARICIO TRAMONTINA, UN FACÓN HECHO CANTO.








                                                       

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Aparicio atribulado por los comicios


Tramontina despertó malhumorado. La intemperie le aguijoneaba con más rigor la osamenta. No obstante, desempolvó la guitarra y dijo:

Dezidió la paisanada
dar al zorro el gayinero
ya sonríe el estanciero,
la Rural y la Embajada,
se relamen los gerentes,
sueñan los terratenientes
con ganancias indezentes
y cronistas lisonjeros,
no se extrañen compañeros,
son de Mitre dezendientes.

-"Habrá que remontar el repecho, don Aparicio"; masculló el Rudecindo".
-"Será una larga marcha, Rudecindo".
-"¡Eso, don Aparicio! La Larga Marcha, como hizo el camarada Mao".
Antes de contestarle, Tramontina lo miró con cierta conmiseración:
-"Mao...menos, Rudecindo".