Luego de largas cavilaciones, Aparicio emprendió el largo viaje a las tolderías. Dos razones lo decidieron a hacer la travesía a caballo. Una fue que su zaino conocía de memoria los traicioneros caminos de la pampa. La otra, el escandaloso aumento del pasaje del “Pullman General Belgrano”. Al llegar a Melincué, encontró los ánimos soliviantados. Lo percibió en el fogoso alegato del cacique contra el escritor Lucio V. Mansilla a quien, tiempo atrás, habían hospedado generosamente:
El cacique Panghitruz
¡Qué turro Lucio Mansilla!
Lucró con sus travesías,
Nos prometió fruslerías,
También jugosas remesas
Que eran falaces promesas,
¡Del libro que está vendiendo,
Queremos las regalías!
Aparicio:
Yo lo comprendo paisano
Sus broncas son merecidas
Las tribus son ofendidas
Por libros y por rapiñas
Ya vendrán Bayer y Viñas
A vindicar vuestras vidas.
Panghitruz designó a Tramontina lenguaraz oficial de la causa ranquel. Orgulloso por la designación, el payador lanzó una oratoria que encendió los cardales.
Aparicio:
Unidá necesitamos
No naciones fragmentadas
Las tribus organizadas
Van por los mismos senderos
Los onas son compañeros
Y los sioux son camaradas.
Painé, el secretario de prensa de la toldería, preparó las señales de humo para iniciar la revuelta. Pero un sorpresivo e iracundo pampero disipó la asonada.
Una vez más, naturaleza y poder se confabulaban.
APARICIO TRAMONTINA, UN FACÓN HECHO CANTO.