Un cuchicheo fuera del rancho despertó la curiosidad de Aparicio. Vio a los tres agrimensores midiendo meticulosamente el terreno. “Esta es su propiedad?” , le preguntaron. “La propiedad es el robo”, contestó Aparicio, irascible y proudhoniano. Antes de que se caldearan los ánimos, intercedió el jefe de la cuadrilla y representante de operadores inmobiliarios norteamericanos: “Buen día, míster. Soy Talcott Parsons, de Parsons & Lynch. Vinimos a comprarle la propiedad”. La locuacidad de Parsons se tornó abrumadora: “No deje escapar la oportunidad, desvalido farmer. Mire a su alrededor. ¿Qué ve? Miseria, violencia, disfunción del sistema. Le ofrecemos un negocio fabuloso. Pagamos con títulos garantizados con hipotecas. Una operación rentable y sin riesgos”.
Aparicio:
Desconfío del negocio
Y su moral ezitista
Es usté un financista
Viene a venderme ilusiones
Conozco sus conviziones,
Taimado funcionalista.
Forastero tome nota
De Aparicio es este lema
Su teoría un problema
Me demuestra a simple vista
El conflito interclasista,
No es desfunción del sistema.
Los agrimensores enrollaron la cinta. Parsons seguía gritando. -“¡Es el negocio de su vida, nativo ignorante!” En vuelo invisible, el siseante facón se clavó al borde de sus zapatos. Ahí comprendió que Aparicio tenía argumentos filosos
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