jueves, 15 de julio de 2010

El túnel.



Estuvo a punto de caer sofocado varias veces. Llevaba días cavando el túnel serpenteante. El Rudecindo le era de poca ayuda; el pico le pesaba en las manos, además, temía extraviarse en el vientre traicionero de la pampa. Cuando la suerte los acompañaba, una vizcachera les permitía avanzar unos metros. Pero ese soplo de la fortuna era excepcional. La tosca pampeana parecía impenetrable. Aparicio debió volver varias veces a la superficie para convencer al Rudecindo, que amenazaba con regresar a la pocilga en que vivía.
- “Falta poco, mocito, no se acobarde que la luz está cerca”, - mentía.
Luego de varias semanas, cuando le quedaba un rescoldo de fuerza, la pala tropezó con algo sólido. Impulsado con rabia, el segundo palazo hizo entrar un hilo de luz en la excavación. Los siguientes abrieron un hueco en el piso de la celda.
- “Es hora, Gringo. Junte las cosas y baje”, susurró Tramontina.
El prisionero lo miró sorprendido.
- “Pensé que se había perdido o que lo habían atrapado”.
- “La oscuridad no tiene secretos p'al topo”, se ufanó el payador.
- “Suba que todo el mundo está dormido”, contestó El Gringo.
Aparicio ingresó en la celda.
- “Alcánceme la guitarra”, le ordenó al peón que, con la vela en la mano, todavía no se había asomado del socavón..
- “No sea nezio, Aparicio, va a dispertar a la milicada”, tembló el peón.
- Usté tiene menos conzienzia que una isoca, Rudecindo. Venga; mientras canto, hágame efetos espeziales con la luz de la vela.

Aparicio:

Llegué pronto al rescate
De un querido compañero,
Cavé con furia un sendero,
Sórdidamente intrincado,
Soy payador consagrado,
También hábil boquetero.

En esta pampa, paisano,
Soplan vientos traicioneros
Sus bufidos agoreros
Traen la mesma disgracia:
Patrones y burocracia
Explotan a los obreros.

El Gringo:

El Viejo Topo excava,
Aún en clima derrotista,
Su obstinación socialista
Transmite verdad concisa:
El gremialismo precisa
Una conciencia clasista.

Se escurrieron por el túnel como criaturas furtivas. Al salir del hoyo, esquivaron el cono de luz que patrullaba el pastizal. Corrieron durante varias noches; de día, durmieron en refugios construidos por indios y cuatreros. Se separaron al llegar al Salado. Aparicio tomó el camino que lo conducía al rancho. Tosco el que lo regresaba a Córdoba.