jueves, 24 de septiembre de 2009

Desembarco


Pisaron los cangrejales de la costa de Samborombón bajo el fuego de las baterías de Rosas. Lograron remontar penosamente el barranco y se escabulleron entre los pastizales. Aparicio se acercó temerariamente. La andanada de disparos zumbó a su alrededor. – “¡Agáchese, Aparicio!”; le gritaron. El payador se arrastró por los senderos abiertos por las vizcachas. Al cabo de unos minutos logró acercarse a los recién llegados. Eran apenas doce y el barro cubría sus uniformes. Estaban hambrientos y desorientados. Llegaron al rancho en un anochecer sin estrellas.

Uno de los fugitivos:

Nos sorprendió el huracán
Y la tormenta furiosa,
Esa ventisca alevosa
El rumbo nos hizo perder,
Paisano, debe torcer
Esta suerte borrascosa.

Otro:

No reconozco la playa,
Son estas costas austeras,
Las aguas son extranjeras,
Extrañamente marrones,
Dígame usted las razones
De la ausencia de palmeras.

Luego de varias rondas de mate y caña, Aparicio rompió el silencio.

El corazón del rebelde
Siempre la historia reescribe,
La adversidá no lo inhibe,
Pero bien vale un consejo:
Con brújula y catalejo
Van a llegar al Caribe.

Condujo a la patrulla perdida hasta la costa antes del amanecer. Los ayudó a cargar los pertrechos de guerra y les suministró una ración de yerba y galleta. – “¿Y, Aparicio, sube o no sube?, le preguntaron. Tramontina se excusó: - “Ya hay un criollo a bordo”. Cuando el sol se asomó sobre el río marrón, el Granma era un punto insignificante en el horizonte.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Antropología de la Pampa


Antropología de la pampa.

El calor agrietaba la tierra. Parecía una locura que, en semejante día, alguien golpeara a su puerta. El francés estaba exhausto. - “¿Qué anda haciendo en este infierno, paisano?”; preguntó Aparicio. -“Un vaso de agua, monsieur Tramontiná. Soy Claude Levi-Vals, el fundador de la etnología”. El payador acotó con aire de entendido: -“Me lo imaginaba. Los mejores espertos en vinos son franceses”. -“¡Mais no, mon ami! Hablo de estructuras, de estructuras elementales. ¿Me entiende?” -“Por supuesto, señaló Aparicio. Es lo que le faltan a mi rancho, estructuras elementales. Cualquier ventisca lo desmorona”.
Luego de beberse un jarro de agua, el francés explicó los motivos de su campaña austral: - “Investigo la inocencia, la credulidad, el candor del hombre de campo”. Aparicio lo orientó: - “Tiene que ir al pueblo. Ahí puede hablar con un mocito por demás inocentón, un opa digamos. Le va a ser útil pa´ su trabajo. Es tan zonzo que ayer, en la pulpería, lo mandaron a pagar la factura de la Luz Mala. Un día oyó decir a su tío, en tono de queja, que había recibido un peludo de regalo y se la pasó varias noches revisando madrigueras con papel florido, cinta de celofán y moño. – “Un vegdadego imbécil”, señaló Levi-Vals. – “Sin embargo debo decirle que no come vidrio”. -“¿A veces recobra la sensatez?”, preguntó el francés. – “No. No come vidrio, lo trasporta en un carrito. Junta botellas que amontonan como ofrenda, a la vera de los caminos, anónimos bebedores de la pampa”. –“¿Y como se llama ese mocito?”. - “Le dicen el gauchito gil.”

Aparicio celebra y objeta:

Antropólogo famoso
De talento sin igual
Pontifica magistral
Sobre mito y sobre incesto
Una estatua ya le han puesto
De diseño estructural.

Su estructura es lapidaria
P'al cambio no hay momento
He de decir que disiento
Y con Marx en mi memoria
Reivindico yo en la historia
Dinámica y movimiento.

- “Usted es prisionego de la modernidad, Monsieur Tramontiná”, lo reprendió Levi-Vals al despedirse.
Solo frente al rancho destartalado, Aparicio contempló la tierra agrietada, el zaino flaco y tristón, las vizcacheras disputándole palmo a palmo el hábitat. Sintió la soledad aguijoneándole el pecho. Aquella noche, acostado en el catre apolillado, las palabras del francés le resonaron obscenas.
APARICIO TRAMONTINA, UN FACÓN HECHO CANTO.

viernes, 4 de septiembre de 2009

Un payador incomprendido


La obra poética de Tramontina despertó juicios dispares entre los críticos literarios. Mientras algunos la consideraron anodina e inconsistente, otros la juzgaron repulsiva y execrable. Contra viento y marea, el payador continuó componiendo, amparándose en el refrán “persevera y triunfarás”. (Evaluando la trayectoria completa del payador, algunos críticos propusieron explicarla a la luz del dicho “Persiste e irritarás”).
La pasión guitarrera de Aparicio se combinó con su temple altivo y belicoso. Guitarra y puñal se fundieron en su espíritu, más indómito que creativo. El resultado de esta convergencia fueron coplas filosas, aunque desafinadas. Se sabe, el equilibrio perfecto no existe en la naturaleza ni en el arte.
Los trazos maestros del itinerario del poeta cuchillero se delinearon en la infancia. Al recitar en los actos escolares los versos del Martín Fierro llenaba de asombro al auditorio y de tajos a la bandera de ceremonia. Durante la juventud se acentuó la atracción del poeta por todo tipo de armas blancas, por las bebidas blancas, por la blanca,,, nieves fue su lectura infantil predilecta, aunque sospechaba promiscuidad en los patrones de conducta de la heroína con los enanos.
Enfrentado a la incomprensión y al rechazo, Tramontina siguió componiendo coplas rurales que pretendían sorprender al público con rimas ingeniosas y chispeantes. La pretensión fue vana.
Sin embargo, las composiciones expresaron la esencia del hombre de la tierra, del gaucho indomable y galante que disfruta de un crepúsculo acogedor besuqueando a su China querendona y montando a su zaino de pelo hirsuto. (Bueno, en realidad, estos son hábitos comunes a la gente de tierra adentro, ritos ancestrales que trascienden a la figura de Tramontina; son, lo que se dice - parafraseando a Raymond Williams- , estructuras de sentimiento; o componentes del habitus, si seguimos la perspectiva de Pierre Bourdieu... En fin, no divaguemos más…y retomemos la presentación). Decíamos que Tramontina encarna al gaucho galante que disfruta besuqueando a su zaino querendón y montando a su China de pelo hirsuto en, lo que se dice, un verdadero crepúsculo acogedor.
Presentamos, a continuación un repertorio de opiniones proferidas por figuras consagradas de la literatura local e internacional, aludiendo a las escuálidas virtudes y frecuentes limitaciones del arte de rimar cultivado por el payador de Pila. La lista incluye los comentarios de Don Atalhualpa Yupanqui, José Hernández; Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Juan Gelman, Alfonsina Storni, entre otros. Los dictámenes fueron expresados en rigurosos sextetos octosílabos, de rima consonante, a los efectos de conferir musicalidad a los argumentos y de escarmentar al descarriado payador.