jueves, 12 de noviembre de 2015

Piedras





Hacía dos días que no veía al Rudecindo. Lo encontró al atardecer. Estaba tirando piedras en la laguna de Pila. El último canto rodado hizo patito rebotando tres veces en la superficie del agua antes de hundirse. La pequeña hazaña no le cambió el ánimo: -"La paisanada esta aletargada, don Aparicio. Se traga pózimas de veneno como si jueran bizcochos".


Aparicio:

Levantezé compañero,
no hay tiempo para plañir,
no es cuestión de tranzijir,
cuando vienen por lo nuestro,
si el porvenir es ziniestro,
afile el facón pa' seguir.


-"¿No zería mejor una UZI, don Aparicio?"


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Hegemonía.




"Fijezé, don Aparicio. El jefe de la Sociedá Rural ezplota y negrea a los piones. Y, pa' colmo, el Mono Banega, en lugar de difenderlosé un cómplize de los terratenientes ¿Hay que inzendiarles el rancho a esas alimañas!"

-"Tenga mano, compañero. La soluzión e' coletiva, no un arrebato individualizta. Hay que construir hegemonía"; lo corrigió Tramontina.
-"¿Y qué es ezo?".

Aparicio:

La conduzión de las masas,
requiere un trabajo intenso,
liberar al indefenso,
de esa runfla de ladrones,
convenzer a los piones,
con persuazión y conzenso.

-"¿A dónde va, Rudecindo?".

-"A buscar más jósjoros"









Un perro leal

  



El gemido se filtraba desde abajo de la puerta. Al salir, Rudecindo encontró al pequeño perro acurrucado y temblando. -"No llore, pichicho"; lo acarició antes de ingresarlo al rancho.
Tramontina le echó una mirada de conmiseración. Estaba flaco y mojado. Peor aún, la tristeza anidaba en sus ojos.

¡Dentre! querido pichicho,
no llore más con zigilo,
nos puso a todos en vilo,
tanta tristeza canina,
aunque sea clandestina,
esta morada es su azilo.

-"¿Dónde está su dueño, pichicho?"
-"Preso. La Guardia de Monte se lo llevó a los rebencazos cuando desataba su caballo".
Rudecindo levantó presión: -"¡Y diande tanta arbitrariedá!"
-"Dijeron que no había pagado el palenquímetro. Han privatizao la pampa, don Aparicio. Ayúdeme a encontrarlo, por favor".

Por la noche emprendieron la travesía. Tramontina impartió las órdenes: -"Oiga, Rudecindo, haga husmear al canis familiaris". Rudecindo lo miró perplejo. -"¡Que el perro siga el rastro, caracho!"
Con el hocico revolviendo la hierba, el perro indicó la dirección adecuada. De pronto, Rudecindo lo interrumpió sobresaltado: -"Mire, pichicho ¿qué es esa gran huella en la tierra revuelta?". El perro le contestó con indiferencia: -"Es del último rally Dakar".
Tramontina aprovechó para fastidiarse: -"¡No me haga recordar! Ezos energúmenos me arruinaron todo un cuadro sembrado de alfalfa".
-"Y de cannabis"; murmuró socarronamente Rudecindo.

Pasada la medianoche, se acercaron a unas instalaciones desvencijadas. Entraron como tres sombras furtivas. El panorama era desolador.  Las criaturas desnutridas dormían en el piso de tierra, al lado de las máquinas de coser. -"Aquí no ha llegao la Unicé", susurró el perro.
Aparicio hizo una caracterización del hallazgo:

Más que los barcos negreros,
estas mazmorras son piores,
aquí perpetran horrores,
unos magnates ladinos,
que en talleres clandestinos,
ezplotan a los menores.

Despertaron a la gurisada con discreción y la sacaron de aquel infierno con techo de fibrocemento. Tramontina los aconsejó con cierta rudeza: -"Corran en dirizión del Salado sin darse güelta, caracho!"
-"¿Y, don Aparicio, ¿qué hacemos con este antro de perfidia?; preguntó, desafiante, Rudecindo.
-"No escatime jósjoro, Rudecindo".

En pocos instantes, el muladar quedó reducido a cenizas. En vano, Aparicio y Rudecindo intentaron convencer al perro: -"Venga pal rancho, pichicho, mañana continuaremos la búsqueda".

El perro tenía los párpados a media asta en la despedida, como si no estuviese convencido de la partida. Sin embargo, se fue al trote, con la luz lunar acariciándole el pelaje.
Más que un instinto perruno, la lealtad era un imperativo categórico para el Mendieta.

martes, 3 de noviembre de 2015

Veneno





El ruido  ensordecedor hizo temblar el rancho. Tramontina y Rudecindo interrumpieron la sesión de psicoterapia con Pavlovsky y corrieron al exterior.

-"¡Un elicótero!, gritó Rudecindo.
Vestidas en cuero negro, las dos harpías bajaron del artefacto que se quedó esperándolas con las paletas del rotor en movimiento.
Pavlovsky miró apesadumbrado.
´"¿Qué pasa, don Tato?"; preguntó Tramontina.
-"Son las Poison Sisters"; dijo con voz grave. "Las vi hace unos días recorrer la zona, acompañadas por el grupo Delta. Traen desgracia, don Aparicio. Chapotearon un instante en la laguna de Pila y aparecieron flotando un montón de lisas muertas.

Tramontina salió al encuentro de las mujeres. La que no tenía anteojos lo increpó: -"Tienen que desalojar estas tierras. Esta será la base de los aviones Stealth".
-"¡Son los aviones furtivos!"; alertó Rudecindo.
Pavlovsky comprendió la gravedad de la situación: -"¡Hay que echarlas, don Aparicio! Trabajan para la Embajada. Mírelas bien. ¿No las reconoce? Son las viudas negras del fiscal".

Tramontina:

Son mandaderas del Norte,
con el sueldo del espía,
traman con alevosía,
operaziones y tretas,
las Poison son marionetas,
del Polsinguer y la CIA.

-"No pasarán"; gritó Rudecindo mientras las corría con el facón verijero. Las viudas lograron fugar colgadas de los patines de aterrizaje. 
Rudecindo se regodeaba con el trofeo de cuero que había conseguido. El tajo había desgarrado el águila imperial estampada en la campera.



Octubre


Aparicio: -"Se lo ve incómodo, Rudecindo. ¿Qué le anda pasando?"
Rudecindo: -"No como dizirle... La paisanada recuerda el 17 de octubre con alegría y emozón. Aunque nozotros no somos del palo, se merezen un mensaje, un saludo rispetuoso..."
Aparicio: "Y déale, nomaj".

Rudecindo:

Caminaron muchas cuadras,
atravesaron el puente,
como un río conzecuente,
en la plaza reclamaron,
y los garcas se alarmaron,
por las patas en la fuente.


-"¿Y usté como lo ve, don Aparicio?"

Sentado en un cráneo de vaca, Tramontina demoró la respuesta haciendo garabatos en el polvo con una ramita de retama. Mas no se quedó mudo:

No jué sencilla la cosa,
ni era fácil de entender,
los milicos en el poder,
no despertaban confianza,
aunque Braden, sin tardanza,
a los piones me hizo escoger.

No es mi corazón setario
Tiendo puentes pal encuentro,
en los hechos me conzentro,
pa' rispetar al movimiento,
solamente no consiento,
tener la derecha adentro.

Rudencindo cambió el semblante y empezó a cebar el mate: -"Quizás los vientos de la historia despejen ezos dilemas".
-"¿Qué vientos, Rudecindo?"

-"Los que vienen del sur".