lunes, 19 de diciembre de 2011

Controversias








- “Pss, pss… Aquí, Aparicio, detrás de su mesa”.La voz era cautelosa. El pequeño profesor de barba encanecida estaba inquieto; semblanteaba al resto de los parroquianos mientras apuraba un té de boldo.
- ¿Qué le pasa Don Tulio? ¿Por qué anda chistando como un caburé asustado?”; lo tranquilizó Tramontina.
El profesor volvió a echar una ojeada al perímetro de la pulpería. No vio señales de peligro; el truco y la ginebra distraían al paisanaje. Se restregó los anteojos y entró en confianza:
- ¿No se enteró? Quieren imponer una lectura totalitaria del pasado nacional. La vieja fábula revisionista retorna en su versión más cazurra. ¡Son incorregibles!
- No es pa’ tanto, Don Tulio. No se lo tome a la tremenda. Es pura petardearía verbal, chiquetaje hermenéutico.
Don Tulio quedó sorprendido por el retruque erudito de Tramontina.
- “¿Y desde cuando es experto en teoría de la interpretación?”; le espetó con un dejo de sorna en los ojos.
- “Desde que discutí con Paul Ricoeur en la Fiesta Nacional del Ternero, en Ayacucho. Terminamos a los sillazos”.

El prestigioso profesor tragó el último sorbo de boldo y desenfundó la guitarra de cuerdas de acero que había comprado en una subasta de Berkeley. Aparicio quedó paralizado al ver el venerable instrumento. El primer rasguido lo petrificó. Era la acústica de Dylan.
A fuerza de grapamiel y de ventilarlo varios minutos con sus ponchos, cuatro parroquianos sacaron a Aparicio del estado de shock. Uno con voz ceceosa le dio coraje: - “¡Un cantor crioyo no arruga, Tramontina! ¡Ni ziquiera ante el Gran Bo!”
Tramontina recobró el decoro al oír los versos de su contrincante.


Don Tulio:

Difunden los dorreguistas,
Relatos antojadizos,
Lo dije en libros macizos,
Con prosa bien intrincada,
Esta troupe está formada,
Por guarros y advenedizos.

Aparicio:

Deje que la controverzia
Recorra libre el pasado,
Lo dize un gaucho formado,
En la fe materialista,
Todo relato simplista,
Bien puede ser refutado.

Ezagera la academia,
Cometiendo un papelón,
Echó al gobierno un baldón,
con sus monsergas y fintas,
sus miembros son cagatintas,
De Clarín y La Nación.

Tengamos la misma vara,
Y muy ágil la memoria,
La Academia de la Historia,
Esconde su faz oscura:
Apoyó la dictadura,
Con sonrisa adulatoria.

- “Quizás tenga razón, Tramontina, pero me reservo mis dudas”; comentó el ilustre profesor mientras enfundaba la guitarra. Tramontina lo acompañó amablemente hasta el sulky para la despedida. A poco de salir del pueblo, el trote suave y la brisa primaveral sumieron al viajero en un profundo sueño. Lo despertó el grito del cochero que yacía en el suelo, con un lanzazo atravesado en el cuello.
- “Ha llegado su hora, Tulio”; gritó uno de los Colorados de Monte.
- “¡Dorrego será vengado!”, sentenció el jefe de la emboscada, Pacho 
O’Donnell.

1 comentario:

  1. Respuesta del Maestro Joselui

    Mi querido Tramontina,
    me agarró desprevenido,
    pero siempre es bienvenido,
    a esta casilla amiga,
    pa' que el Facón entre y diga,
    lo que no dice De Vido.

    Don Tulio sabe de estoria
    pero poco de escritura,
    se lo nota la costura,
    a su prosa entreverada,
    y no se le entiende nada,
    sabia, pero muy oscura.

    Ydel Club de los Dorrego,
    que le puedo yo dezir,
    a vezes me hazen reir
    Pacho, su gente y Pigna,
    pergeñaron una riña,
    mas pavota que Nair.

    Me despido compañero,
    me voy pa' la Facultá,
    que tenga feliz Navidá
    y un próspero año nuevo,
    que nos traiga, junto a Febo,
    un poco más de igualdá.

    Me despido con un clamor: ¿¡Quien de nosotros escribirá el Facundo?!

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