viernes, 17 de diciembre de 2010

Ocupaciones


El Rudecindo entró sin golpear. -“Don Aparicio, miles de familias mapuches ocuparon las tierras frente a la estancia de Mitre. Dicen que les fueron arrebatadas por la fuerza y que no van a abandonar el campamento”.
- “¿Cual estancia?” preguntó el payador.
- “La Ernestina, la que administra ese dotor desalmao
- “¿Usté se refiere a Elizalde?
- “Pior. Escribano, el alacrán”; lo corrigió Rudecindo.
Aparicio le conocía maña y pelaje: - “Si una yarará pica a ese maula, di siguro que espicha intozicada”.
El Rudecindo estaba conmovido:
- Han levantao tolderías por todos lados. Usté los viera, don Aparicio: mujeres y niños al rayo del sol, sin agua. Están desesperaos. Pa’ colmo, el general está preparando el desalojo con las tropas del carnicero de Sandes”.

Galoparon por senderos ocultos hasta acercarse a “La Ernestina”. Se guarecieron detrás de matorrales de pajabrava, un lugar que Aparicio conocía como la palma de su mano. Las tropas rodeaban al campamento. Observaron a Mitre y a su administrador evaluando la situación:


Mitre:
La propiedad es sagrada
Los indios son extranjeros,
Bárbaros forasteros,
De Chile han provenido,
Sin piedad he decidido,
Arrasarlos por cuatreros.


Escribano:

Difícil será lidiar,
Con estas ocupaciones,
Recuerde usted las razones:
Prometimos escrituras,
Como maniobras seguras,
Para ganar elecciones.

Mitre miró con desprecio a su administrador: -“¡Guarde su sinceridad para el confesionario, Escribano!”. Luego ordenó a su esbirro: “¡A degüello, Sandes, como en La Rioja!”.
Cuando el ataque parecía inminente, un forastero salió como un espectro del pajonal. Estaba ataviado con ropas negras; parecía salido de las páginas de un folletín romántico. Apuntó el pistolón a Sandes. La perdigonada, envuelta en humo blanco, lo tumbó del caballo. Las tropas se desbandaron a voluntad.
-“ ¿Y usté quien es?; preguntó el Rudecindo con los ojos desorbitados.
- “La ira del pueblo”, contestó Severino di Giovanni, antes de esfumarse en el matorral.

APARICIO TRAMONTINA, UN FACÓN HECHO CANTO.

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