lunes, 30 de julio de 2012

¿El oro de Moscú?.

                                                                                                                           
Los alaridos y la polvareda entraron por la ventana del rancho. Aparicio vio al carretón estrellarse contra el ombú. Milagrosamente ilesos, los hermanos Lysenko salieron del carromato destartalado e intentaron subir al árbol donde se había refugiado el ave.

-“¡Baja, Koba, por favor! ¡Vuelve a casa!”; suplicaban a dúo.
-“¡Basta de barullo, manga de alienaos! ¿Quiénes son ustedes?”; se ofuscó Tramontina.
- “¡Ayúdenos, don Aparicio, por favor!  Hace varios kilómetros que venimos persiguiendo al loro. Se escapó del jaulón el día que Yeltsin privatizó el Circo Nacional de Moscú.
- "¡Un loro barranquero no mereze tanto escándalo! Además, en este pago esa criatura es plaga munizipal".
- ¡No es un simple loro, Aparicio! Es Koba, un héroe nacional, el único loro condecorado en la Unión Soviética. Canta La Internacional en siete idiomas, recita a Mayacovsky en georgiano. Fue mensajero aéreo en la batalla de Stalingrado y arengó, desde el hombro del general Zhúkov, a las tropas del Ejército Rojo en la contraofensiva sobre el Tercer Reich. Los nazis, más de una vez, quisieron matarlo con semillas de girasol envenenadas y papillas con agrotóxicos fabricadas por la Bayer…”
-“¡Basta de zonzeras! ¡Fuera de aquí o ensarto ya mismo al verde plumífero!”

Pero la sorpresa bajó de la copa del ombú:

- “Prr, prr… lo desafío a una payada / y no acepto retirada”; graznó el ave con tono provocador.
Anegado por la ira, Aparicio miró al pajarraco que saltaba de rama en rama. Sospechó una mirada burlona en sus ojos.
-“¡No guitarreo con taimados ni psitácidos!”; le advirtió.
-“Prr, prr… No se anima / Tramontina / Como un zonzo se enoja / el payador cuerda floja”: retrucó socarronamente Koba.

Con mucho esfuerzo, los hermanos Lysenko pudieron frenar a Tramontina cuando, con el facón en los dientes y el corazón en llamas, apoyaba la escalera en el árbol. Tuvieron la buena idea de alcanzarle la guitarra. El payador la recibió con un temporal de rabia en las tripas:

No me provoque, cotorro,
Cierre su pico, pelmazo,
Lo rodiaré con mi lazo,
Y afiziarè su cogote,
dispués le tiro un cascote,
O lo bajo de un hondazo.


El loro de Moscú (con tono apaciguador):

Asilo pido paisano,
Porque en mi tierra hace pista,
Con modales de conquista,
Ambiciosa y embustera,
Una mafia petrolera,
De estirpe capitalista.


Aparicio (reblandecido):

Pido perdón al cotorro,
Víctima desarraigada,
Siempre mi rancho es morada,
Por dezizión prinzipista,
P’al luchador socialista,
Sea loro o camarada.

Milagrosamente, tras un suave planeo, Koba se posó en el hombro de Tramontina. El payador le dio la bienvenida:
-“Esta es su casa, lorenzo. Conozco una lechuzita pampeana bien querendona pa’ usté”.
-“No puedo, paisano. El Komintern me necesita”.

Se fue volando hacia el norte, con el Pampero dándole brío a sus alas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario