viernes, 10 de julio de 2009

La revelación.





“¡Son los chanchos de Biolcatti!”, entró gritando el Rudecindo. Aparicio lo frenó en seco: “A esta hora no estoy p’acertijos”. El peón, tembloroso, se aferró al brazo del payador. “¡Créame, los vi con mis propios ojos cuando regresaba de la pulpería! Llevan a los chanchos enfermos a revolcarse en las aguas del Salado y del Samborombón en la noche. Es la piara maldita; la causa de la peste. ¡Míreme, tengo signos de la influenza, Aparicio!”. - “De la influencia de la grapa”, - desconfió Tramontina. El peón desesperaba: -“¿No comprende? El virus de la gripe lo transmiten los chanchos que Biolcatti cría para la Smithfield de Virginia ¡A ver si lo entiende de una vez!”.
Dos intuiciones convencieron al payador de que el Rudecindo no mentía. Una fue el tono vehemente con que hablaba. La otra, la extraña cuadrilla de uniformes blancos que rodeaba el rancho. Parecían salidos de la serie Los Invasores. Llevaban mascarillas de oxígeno y apuntaban los lanzallamas hacia el rancho. Munido de un megáfono, Roche, el jefe de los intrusos, intimó a Aparicio: - “¡Tiene que comprar los medicamentos ya mismo o convertimos en ceniza su rancho! Además, no lleva puesto el barbijo”.

Roche:

Debe pagar los remedios,
Un ultimátum le damos,
El Tamiflú fabricamos,
De Suiza para Argentina,
Abone ya Tramontina,
O el rancho le quemamos.

Pero la situación cambió abruptamente. Al grito de “¡Tengo la gripe porcina!”, el Rudecindo, en un acto de arrojo, arremetió contra Roche. Lo derribó, le quitó la mascarilla de oxígeno, tosió varias veces sobre su rostro y le espetó un salivazo verdoso. La cuadrilla huyó espantada dejando al jefe chillando como un marrano. Aparicio no podía con su asombro: - “Rudecindo, usté es un mártir. ¡Actuó como un arma bacteriológica! ¿Dónde aprendió esa técnica?”.

El Rudecindo:

Semejante corajiada
No la aprendí en Argentina
Mi vida jué clandestina
Lo digo sin espamento
Me entrené en un campamento
De Hezbollah en Palestina.

La pampa seguía siendo una caja de Pandora para Tramontina.
APARICIO TRAMONTINA, UN FACÓN HECHO CANTO.

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