miércoles, 10 de diciembre de 2008

Aparicio agredido en su propio rancho.

Una lejana mañana, el Aparicio despertó con el corazón en la boca. El agresor, gritando desaforado, venía directo a ensartarlo con un arma punzante. Yuri, el gallo mudo, se escabulló por la ventana dejando un reguero de plumas en el aire.

Aparicio:

Entró de modo violento,
Le juro, me hizo temer,
Rabioso me quiso ofender,
Con un pico ensangrentado,
Supe que aquel desquiciado,
Era Ramón Mercader.

Sin que mediara suspiro,
Saqué el cuchillo primero,
Encaré pa’l entrevero
Con una furia imprevista
Y aunque no juera trotskista
Mi puñal jue más certero.

El rastro de sangre del fugitivo se perdió entre los maizales.

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