miércoles, 10 de diciembre de 2008

Refugio para una dama


Un intenso perfume de violetas despertó al Aparicio aquella mañana. La respuesta lo esperaba frente a la puerta del rancho. Bella e incandescente, como una flor de lapacho, una mujer le pidió asilo. Dijo llamarse Uma y había huido del Circo de los Hermanos Pavelic, dos croatas de almas oscuras. La habían raptado de niña para entrenarla como estrella de los sables, katanas y dagas voladoras. Uma era sorprendentemente veloz. Arrojaba los puñales y se colocaba en el blanco antes de que el filo de la muerte le zumbara en las sienes. Aparicio quedó hechizado por sus ojos azules.

Uma:
Estoy huyendo Aparicio,
El circo es una prisión,
Con tanta desolación,
Mi alma se ha vuelto retazo,
Protéjame en su regazo
Ábrame su corazón.

Aparicio:
Los milagros de la pampa
al firmamento hacen mella
como en el mar la botella
es del amor mensajera
celebro la primavera
por mandarme esta estrella.

El rancho fue refugio, el lecho pasión.
En su dulce extravío, los amantes ignoraron los siniestros carretones de un circo que se aproximaban lentamente.
(Continuará algún día)

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