miércoles, 10 de diciembre de 2008

Rauch y Guglialminetti tras el Aparicio

Bartolomé Mitre puso precio a la cabeza de Aparicio. Dos jinetes de la muerte se dirigieron a Pila. Uno izaba la venganza como bandera. La traición anidaba en los ojos del otro. Las flores de cardo se marchitaban a su paso.


Mitre mandó dos sicarios,
Cuyo terror amilana
Rauch alma fría y malsana,
Trajo venganza inclemente,
Y como aviesa serpiente,
Guglielminetti picana.

Sentí la muerte rondando,
En circunstancias extrañas,
Juro no invento patrañas,
Un tucumano valiente,
Sin que mediara expediente,
Les destripó las entrañas (*).

Aguirre Suárez volvía,
Con su lealtá salvadora,
Su prontitú sin demora,
Jué veloz rayo que estalla,
Y descosió a la canalla,
Con su daga voladora.

El ardiente tucumano limpió el puñal ensangrentado en los arbustos.
Las flores azules volvieron a encenderse en los cardales.

(*) Segunda estrofa del original censurada por las autoridades judiciales de Pila.

Pensé que todo acababa,
Pero el final les reporto,
Lo vi, callado y absorto,
A Aguirre Suárez, de vuelta,
que con su daga resuelta,
Los ensartó por el o....

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