miércoles, 10 de diciembre de 2008

Jacques Lacan, los teros y Tramontina.


El eminente psicoanalista bajó del sulky frente al rancho de Tramontina, luego de un viaje cansador. Para colmo, una bandada de teros lo había hostigado en gran parte del recorrido, haciendo vuelos rasantes sobre su cabeza. Estaba fastidioso cuando bajó a refrescarse. En pocas horas debía dictar el Seminario “La desmanicomialización en Pila, un futuro incierto”. Encontró al Aparicio tomando una ginebra bajo la magra sombra de un espinillo.


Jacques Lacan:

Sépalo paisano iluso,
Que consume ese brebaje,
La razón es un linaje
Perimido, incompetente:
Se estructura el inconsciente,
¡Inculto!, como lenguaje.

Aparicio después de la cuarta ginebra:

Su escritura es arbitraria,
Sus palabras balbuceo,
Farragoso ninguneo,
De conceptos, referentes,
Me resultan más coherentes
El Pavlovsky y el Bauleo.

El sulky se alejó raudamente.
“Detrás de los significantes está el mundo, ¡caracho!”; se desahogó Aparicio.
El graznido de los teros sepultó el visceral alegato.
APARICIO TRAMONTINA. UN FACÓN HECHO CANTO.

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